martes, 8 de abril de 2008

Molinos copia el modelo Bunge & Born para zafar de los controles de precios

Aprovechando el buen momento internacional del precio de los commodities y a pesar de que también se vio afectada por los últimos aumentos de las retenciones al campo, la empresa de Gregorio Perez Companc seguirá apostando por las exportaciones de granos.

De hecho, de los $ 5676 millones que generó en ventas el año pasado, $ 4063 millones correspondieron a exportaciones de aceites vegetales y harina de soja a más de 50 países, y $ 1592 millones a su negocio de marcas. Es decir, 71% de su facturación es motorizada por un segmento que en 2007 logró un crecimiento de 37% con respecto a las ventas de 2006 que llegaron a $ 2952 millones.

En su último balance general, Molinos asegura haber consolidado la expansión de este negocio gracias a inversiones por $ 500 millones que realizó durante los últimos años para modernizar su planta de San Lorenzo, (Santa Fe), construir el puerto de San Benito y reorganizar su planta de Santa Clara.

También se aseguró la generación de su propia de energía evitando cualquier interrupción causada por falta de electricidad durante el invierno y permitiendo la continuidad de la molienda de granos.

Para profundizar este proceso, este año la capacidad totalidad de San Lorenzo será destinada a la molienda, considerado el complejo oleaginoso más eficiente de la Argentina.

Si bien en Molinos aclaran que no descuidarán su negocio de marcas, tal como lo demuestra las últimas compras de Virgilio Manera y Química Estrella, el core business de la firma cada vez se parece más al de su empresa madre, Bunge & Born, a la cual perteneció hasta 1999 cuando el grupo que alguna vez fue símbolo del poderío agroindustrial argentino decidió venderla a Perez Companc.

A partir de ese momento, el foco de Molinos se corrió hacia el negocio del consumo masivo, popularizando marcas como Matarazzo, Lucchetti, Viennísima, Cocinero, Blancaflor, Nobleza Gaucha, Exquisita, Preferido, Vitina, Lira, Good Mark, Don Vicente, Minerva, Favorita y Manty. Con la compra de Estrella, sumó Toddy, arroz Gallo, café Arlistan y algodón Estrella.

Esto evidencia que también quiere aprovechar el boom del consumo masivo que se viene registrando en los últimos años, aun cuando debió limitar los aumentos de precios en la mayoría de sus marcas suscribiendo acuerdos de congelamiento con el Gobierno.

Pero, teniendo en claro que los mercados internacionales le permiten zafar de este corcét doméstico y le ofrecen otros márgenes de rentabilidad superiores al mercado interno, cada año que pasa apuesta aún más al complejo oleaginoso.

Aunque quizá sin quererlo, Molinos se asemeja cada vez más a la ex Bunge & Born, con cuyo negocio central supo encarnar aquel viejo slogan de “granero del mundo” que alguna vez caracterizó al país.

Tan sólo el año pasado, las mayores ganancias que obtuvo Molinos provinieron del negocio de granos con $ 354,3 millones, contra $ 107,6 millones aportados por sus marcas. Según fuentes de la firma, el resultado operativo se benefició de “la sostenida demanda internacional de aceites vegetales y proteínas”.

En la empresa anticipan además que seguirán basando su crecimiento en una creciente participación en el complejo oleaginoso argentino y en la mayor presencia de sus productos en el mercado internacional.

“En lo referido al negocio de graneles, se intentará capturar las oportunidades que brindan el contexto internacional y local a la exportación de oleaginosas y sus subproductos, haciendo más rentable el uso de la capacidad industrial instalada y se continuará potenciando las inversiones realizadas en Planta San Lorenzo”, agregaron.

También consideran clave para seguir con su expansión que Argentina siga siendo el primer exportador mundial de aceites vegetales y el segundo en harinas proteicas del mundo, que el crecimiento de las cosechas se mantenga estable y que la demanda internacional no caiga.

Publication: El Cronista
Provider: El Cronista
Date: April 8, 2008

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